Ziegler es autor del libro: 'Destrucción masiva. Geopolítica del hambre'. En
pleno siglo XXI seguimos enfrentándonos al problema del hambre. ¿Qué ha fallado
y qué sigue fallando? Es el escándalo del siglo.
Algunas cifras (de la FAO): En 2011, cada 5’’ un niño de
menos de 10 años moría de hambre. Más de 1.000 millones sufren permanentemente
subnutrición, de los casi 7.000 millones de habitantes que somos. La FAO dice
que la agricultura mundial podría alimentar a 12.000 millones de personas, casi
el doble de la humanidad. Un niño que muere de hambre ahora es un asesinato. ¿Qué
falta? ¿Voluntad política? Es un problema de acceso de alimentos. Vivimos un
orden caníbal del mundo. El mercado alimentario está controlado por una decena
de sociedades multinacionales inmensamente poderosas. Controlan el 85% del
maíz, arroz, aceite... Estos amos del mundo deciden a diario quién va a morir y
a vivir. Fijan precios. Este poder debe ser controlado por los Gobiernos
democráticos. ¿Cómo? Hace falta juzgar a los especuladores por crímenes contra
la humanidad. Es muy fácil. Podemos conseguir que los diputados reformen la ley
sobre la Bolsa. Las Cortes pueden votar una línea suplementaria diciendo que
está prohibida de modo absoluto la especulación sobre alimentación de base
(maíz, trigo, arroz). Es técnicamente muy fácil. Y necesita una movilización
popular. El dumping agrícola (exportar productos a precios bajos), la deuda
externa, el robo de tierras, la especulación, los agrocarburantes... asesinan a
millones y millones de personas. Están hechos por el hombre y pueden ser
quebrados por la contraviolencia del hombre. En una democracia, ¿cuáles son los
retos inmediatos por los que empezar? Uno de los dramas principales es el
precio muy alto de alimentos básicos (maíz, trigo y arroz). El vandalismo
bancario, los grandes especuladores, los hedge funds con su obsesión por el
beneficio, han arruinado los mercados financieros del mundo. Los grandes hedge
han migrado. Han ido a las bolsas financieras de materia prima, especialmente
las agrícolas, con beneficios astronómicos. Cuando los precios aumentan, la
muerte se instala. Yo he dicho que necesitamos un nuevo Tribunal de Núremberg
para juzgar a los especuladores por crímenes contra la humanidad. Entre el
hambre en el mundo y la criminalidad organizada hay una relación muy estrecha.
En España, Europa, Occidente... el ciudadano teme ahora por sus ahorros, por el
rescate de los Bancos con su dinero. ¿Cómo hacer que no se olvide de un
problema como el hambre? Pienso que puede darse un egoísmo legítimo, no el
cínico. Puede parecer legítimo en la situación actual, pero si la crisis va a
progresar (y va a hacerlo) viene un punto donde se va a producir una toma de
conciencia. La primera reacción es protegerse. La segunda, intentar comprender
y organizar la defensa colectiva. Aquí, la solidaridad va a ganar. ¿Y entonces...?
La crisis en España y en Europa es grave, es terrible, pero provoca una toma de conciencia. La gente
quiere saber cómo es posible que se llegue a una situación así. Y si progresa
en esta investigación descubre que hay un destino común entre los hambrientos
en África y el sufrimiento aquí; el enemigo es el mismo: la oligarquía financiera multinacional.
Necesitamos una insurrección de la conciencia para acabar con la dictadura
mundial del capital financiero. Desde esta toma de conciencia puede nacer y va
a nacer un frente común de solidaridad, de resistencia transcontinental. «Los
muros más potentes se quiebran por fisuras», y ya se ven fisuras en todas
partes.
La juventud es la esperanza de un pueblo. La insurrección de
la conciencia se va a producir aquí, en Europa. Y España está a la vanguardia.
¿Estamos ante el suicidio del mundo capitalista? La insurrección de la
conciencia llegará en Europa. Y España está a la vanguardia. El modelo quebró. Es el fin del capitalismo. La gente ya no quiere saber más de él:
destruye naturaleza, hombres y democracia. Están amenazados. ¿Hacia dónde
vamos? Una insurrección va a comenzar, eso es elemental. Pero el proceso
revolucionario es muy misterioso. Sabemos el horizonte que queremos: sociedad de autosuficiencia alimentaria, de
libertad individual, de igualdad, de Estado de derecho, seguridad... Cómo
llegar es el misterio.
La ONU es vista por muchos sectores como burocracia y poca
resolución. Terrible. Es una ruina, algo trágico. La ONU no puede funcionar sin
credibilidad. La única fuerza que tiene es la credibilidad moral, la fuerza de
convicción. Y si la pierde, esto hace que sea impotente en la lucha contra el
hambre y contra la gente enquistada en el Poder.
Ver más en:
http://www.20minutos.es/noticia/1487418/0/ziegler/entrevista/hambre/#xtor=AD-15&xts=467263
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